Sobre literatura, cultura y sociedad
Tratar de configurar el mundo dentro de definiciones y estructuras inamovibles es casi una contracción biológica. La literatura como todo arte, trasciende, cambia y se reconfigura; sin embargo, no es un concepto aislado de la realidad humana, sino que, en conjunto con la sociedad, transmuta. A pesar del constante intento histórico por tratar de definir la literatura, esta carece de un solo punto de vista, por lo que se ve enriquecida por las múltiples ideas alrededor de aquello que la construye. Dentro de Una introducción a la teoría literaria (1998) Terry Eagleton expone que uno de los primeros puntos a discutir para definir lo que sí es (o no) literatura, se concentraba en lo real y lo ficticio; este punto dificultaba el análisis para poder seleccionar aquellos escritos que cumplían con estos parámetros, “en Inglaterra, a fines del siglo XVI y principios del XVII, la palabra "novela" se empleaba tanto para denotar sucesos reales como ficticios” (Eagletón, 1998), por lo que se recurrió a otras formas para poder identificar aquello considerado literatura, la cultura y el uso de lenguaje fue una de ellas. Por otro lado, Miguel Angel Huamán en el artículo Literatura y Sociedad: El Revés de la Trama (1999) muestra una visión de la importancia de la sociedad en la literatura. Por último, Mercedes Ortega González Rubio en su estudio La sociología de la literatura (2005) habla de la relevancia de la cultura dentro de la sociedad y la unión de ambas en el campo de la sociología y la literatura. Dentro de este trabajo se toman los ejes más importantes de los tres trabajos ya mencionados, se sintetizan y a partir de la reflexión, se enuncia el sentir desde lo ya estudiado, las nuevas ideas y cuestionamientos alrededor de los tres conceptos más relevantes: cultura, sociedad y literatura.
La vida de los seres humanos, se encuentra inmersa en pensamientos comunes que ayudan a organizarse en conjunto como sociedad, es así como la economía, la política e incluso la religión han logrado mantenerse a lo largo de los siglos, cuando se generan fracturas en este tipo de configuraciones, las ideas cambian, lo establecido se derrumba y se da paso a nuevas formas de vida. La cultura es la unificación de este tipo de pensamiento en común, “se refiere a las estructuras mentales […] que se generan al interior de un grupo de individuos que se encuentran en una situación análoga, realizando una actividad conjunta” (Rubio, 2005). La literatura, adopta este tipo de acciones sociales y las plasma dentro de las obras mismas, es decir, el autor a través de los diversos recursos literarios, expone su concepción de la vida.
A lo largo de la historia humana, los pensamientos que unificaban a la literatura con la sociedad han ido cambiando. En el último siglo la instrumentalización del pensamiento bajo la concepción social, generó una reflexión que, junto a la lingüística y a la revolución rusa, llevó a un grupo de pensadores llamados formalistas rusos a la concentrarse en el estudio literario desde el lenguaje, concentrándose más en la forma que en el fondo; a partir de estas ideas se tomaron ciertos parámetros para determinar las obras literarias, entre los que se encontraban el ritmo, la sintaxis y las técnicas narrativas. “Lo específico del lenguaje literario, lo que lo distinguía de otras formas de discurso era que "deformaba" el lenguaje ordinario en diversas formas” (Eagleton, 1998). Así pues, la percepción que tiene el escritor sobre la realidad y la lengua, se automatizan en el momento en que decide escribirlas, dando como resultado una obra íntima que muestra al lector, una figuración distinta de lo cotidiano, misma que puede ser similar a su historia de vida o no, esto último lo llevará a aceptar o rechazar la obra.
Al ser la literatura un objeto de constante cambio, es imposible encontrar una sola definición que englobe todo aquello que se entra en el campo semántico de lo literario. La sociedad juega un papel fundamental, “En este sentido puede considerarse la literatura […] como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito” (Eagleton, 1998) para así, poder. A través de cómo la obra se relaciona en el contexto social, su aceptación y su comportamiento, es cómo se determina si es (o no) literatura. Los cánones y la academia que estructuran y ejecutan órdenes para la comprensión, aprendizaje o análisis, del lenguaje y el arte, sin embargo, son de mayor utilidad como un eje de partida que puede ser cuestionado, que como una teoría hegemonizante de la lengua, de esta forma se logra observa cómo la literatura misma, incide en la sociedad y viceversa.
Iuri Lotman y Mijail Bajtín son sólo algunos de los estudiosos que han demostrado cómo la creación de los textos, está plagada de la codificación y descodificación de los sistemas comunicativos y sociales alrededor del proceso creativo, es decir, “los textos literarios no funcionan con el único objetivo de transmitir información, sino que realizan una transformación o transducción de los significados que poseen” (Rubio, 2005). Este punto es crucial para comprender la sociología de la literatura, en donde se enfatiza la relación estructural entre el creador, la obra y el contexto en donde es creada y difundida. Las clases sociales, las ideologías y la forma general de ver la vida, influyen en el resultado del proceso creativo.
Analizar una obra, va más allá de las variantes lingüísticas que los formalistas rusos tomaban en cuenta al momento de hablar de la literatura. Es así como la relación entre lo escrito y lo social toma fuerza a fines del siglo XX, “Las poéticas estructuralistas impulsaron métodos de análisis e interpretación centrados […] en el sistema literario como un cupo cerrado […] el reconocimiento de una obra como literaria no obedece a propiedades […] de tipo lingüístico sino a su función y uso sociocultural” (Huamán, 1999). De esta forma es posible que dentro de una obra se puedan encontrar diversas variantes del mundo; con el uso de los recursos lingüísticos y la perspe
ctiva del autor, se genera entonces, una nueva versión de una realidad, que al igual que la vida misma, puede estar permeada por diferentes voces y formas, creando así, una reflexión infinita de la obra, no sólo en el tiempo en que fue escrita, sino en la época en la que es leída.
A manera de conclusión y de forma muy personal, creo que la lectura y el análisis de los objetos de estudios de estudio del presente trabajo, me impulsaron a meditar sobre el ciclo de vida de la literatura, mismo que englobaría la creación, difusión, aceptación y permanencia en la historia del arte. Obras importantes como la Ilíada y la Odisea o el Quijote, han logrado mantenerse vivas dentro de lo considerado literario, estos y muchos otros clásicos, siguen cautivando a las nuevas generaciones, pues son vistos con dos variantes sociales: la primera a través de la investigación que realiza el lector sobre el contexto en el que fue escrito el texto, aquí se incluye el pensamiento de los formalistas rusos, al agregar las estructuras lingüísticas ya establecidas; la segunda a través de la época en que es leído, logrando una hegemonía y una concordancia que fungen como parteaguas al momento de crear un análisis literario o una lectura crítica. Sin lugar a dudas, crear definiciones inamovibles sobre lo que es sociedad, cultura o literatura, es una tarea difícil, pero la relación entre la sociedad y el arte, es uno de los eslabones más fuertes dentro de la cultura, sin importar las veces que cambie, sus múltiples definiciones o la forma en que se aborde, se mantiene esta relación imparable, conjugando y exponiendo la diversidad de la vida misma.
Bibliografía
Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Fondo de Cultura Económica.
Huamán, A. (1999). Literatura y Sociedad: El Revés de la Trama. Revista de Sociología, 11(12).
Rubio, M. (2005). La Sociología de la Literatura: Estudio de las letras desde la perspectiva de la Cultura. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
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