Feminismo reflexión
18 de febrero 2020
El feminismo es un camino mental y emocional sin fin, una vez que una se adentra y se deja abrazar por él, jamás volverá a ser la misma.
Podríamos decir que la obra fundacional del feminismo es La vindicación de Mary Wollstonecraft, en la época de la ilustración donde se creí que por fin la modernidad había alcanzado al hombre, surge una gran brecha social, pues la mujer seguía en el mismo sitio de hace siglos. Rouesseau uno de los más grandes filósofos de esas épocas, fue el encargado de defender el orden social y burocrático a través de la reafirmación de las diferencias entre mujeres y hombres, explicando por qué la mujer no es una ciudadana: ya que pertenece únicamente al ámbito doméstico – privado y porque su destino es ser madre y esposa, por lo que depende moral y económicamente de un hombre.
En palabras de la filósofa Amelia Valcárcel “El feminismo es el hijo no deseado de la ilustración” ya que fue una crítica hacia la democracia excluyente, este movimiento el que hizo notar la gran desigualdad política en la que se vivía en ese tiempo, ya que sólo los hombres eran considerados parte de la vida social, laboral y jurídica, en cambio la mujer, obligada a estar dentro de casa y rodeada de la ignorancia, tenía que conformarse con servir. Este fue el parteaguas que marcó la historia de las mujeres.
Pasaron más de 80 años para poder consolidar el voto y la educación para nosotras, a pesar de que la mayoría estaban bajo el amparo de la “dominación masculina”, siguiendo la línea de la mujer como madre - cuidadora, dejando licenciaturas únicamente para ellas, teniendo como ejemplo a la virgen María, consagrando el cuerpo con la virginidad, tomando el matrimonio como contrato para enmarcar los derecho de uno sobre la otra, construyendo estructuras basadas en escrituras y tratados que refuerzan la idea de “segunda naturaleza” como única, tomando los fundamentos de lo público y de lo privado, naturalizando las diferencias y replicándolas en la sociedad.
A pesar de que esa dominación continúa hasta nuestros días, el feminismo y sus corrientes siguen luchando por dejar de ser una minoría en el mundo, por dejar de replicar ese dominio masculino en nosotras mismas, en las otras y en nuestros cuerpos, tratando de erradicar esa violencia simbólica que aceptamos como “primera naturaleza”, a pesar de las burlas, de la creación de definiciones erróneas como “hembrismo”, el feminismo sigue y seguirá abrazando mujeres, tanto en la experiencia como en la teoría y la deconstrucción. Sólo nosotras podemos hacerlo desde nuestra experiencia, historia y sentimiento.
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